miércoles, 27 de abril de 2011

Leidys Casimiro y las lecciones que da la tierra


Leidys Casimiro vive, junto a su familia, en una fincas agroecológicas más sobresalientes del Cuba. Foto: Carlos Rafael Diéguez
 Por Arelis García
Su tanto gusto por la naturaleza, por la vida simple y desnuda la hace asentar más sus raíces sobre la tierra. Leidy Casimiro Rodríguez, hija de un campesino con el título de Científico Natural, se aferra a la idea de que los jóvenes pueden hacer ciencia desde el surco y salvar el planeta con prácticas agroecológicas y orgánicas más favorables a la conservación de nuestros recursos naturales y a la diversidad biológica.
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Su padre, José Antonio Casimiro, la crió entre olores a tierra recién surcada y vuelos de golondrinas. ¿Para qué buscar más mundo?, le decía cuando le enseñaba a guiar el arado y le hablaba de las fases de la luna para las siembras y las cosechas. Un hombre sabio del que Leidys aprendió muchas lecciones.
Graduada de Licenciatura en Economía en la Universidad Central de las Villas, esta joven de 29 años, acuña que el ejercicio de lo útil es bueno para crecer.
“Ni un solo día de nuestras vidas nos hemos arrepentido de vivir en el campo, esta es una forma muy decorosa de vivir, muy humana y que un joven se dedique al cultivo de la tierra, eso no tiene nada de malo, al contrario, vive de lo que produce y aprende a cuidar la naturaleza y de todo lo que sus hijos disfrutarán el día de mañana”.
“Cada joven que se dedique a esta vida debe sentir orgullo de lo que está haciendo, y debe explicar y demostrar por qué es importante trabajar la tierra. Ya son tiempos de que se vea al hombre que labore en el campo como una persona que también puede hacer ciencia, no como el guajiro bruto que no sabe nada de este mundo”.
En una de las fincas agroecológicas más sobresalientes del país, considerada por especialistas extranjeros como Faro de la Agroecología en el mundo, Leidys Casimiro vive sus días y allí han fraguado sus más importantes investigaciones.
Junto a su padre, devenido maestro, investigador e innovador, Leidys ha realizado numerosos estudios, entre ellos, el aporte económico y social del arado JC 21-A, creado por su padre y que se considera como uno de los multiimplementos agrícolas más revolucionarios de los que se tenga noticia en Cuba.
Este convertir a la finca en una especie de laboratorio ha sido válido para que la joven haya estado presente en dos eventos internacionales de agroecología, en la sexta Convención Internacional de medioambiente y desarrollo, en 2 eventos Internacionales de agricultura orgánica y en INTERJOVEN 2008.
De la tierra se aprende todos los días, esta es la filosofía que defiende.
“Las experiencias vividas en la finca han sido los temas de diferentes investigaciones, se incluye aquí la tesis con la que me gradué de Licenciatura en Economía.
“Hemos hecho estudios sobre el uso de las fuentes renovables de energía, tipos de cercados, crías ecológicas, formas de riego.
En la finca las cercas vivas son la que deslindan los cuartones, no hay un solo animal que esté amarrado o en corrales, se utilizan molinos de viento, ariete hidráulico, biodigestor para cocinar; todas estas maneras de hacer una agricultura sostenible las hemos analizado en detalles, hemos hecho cálculos de cuánto se gasta, de cuánto se ahorra. Eso es hacer ciencia también desde el campo”.
Siempre que llegues a la finca de Casimiro encuentras a Leidys o a cualquier integrante de la familia con los zapatos hundidos en la tierra húmeda. Este paraíso natural, que ostenta la categoría de Finca de Referencia Nacional de la Agricultura Urbana, se levantó con el concurso de todos, gracias al empeño de aprender desde pequeños.
“Aquí, en la finca todos tenemos dominio de las labores agrícolas, desde trabajar en el campo con diferentes cultivos hasta atender cualquier animal. Mi hermanita, mi hermano y yo sabemos hacer de todo, desde manear una vaca hasta ordeñarla y son cosas que no son complicadas y sientes satisfacción al hacerla”.
La crisis de los alimentos originada por hechos económicos y cambios climáticos que aparentemente son ya irreversibles como consecuencia de la acción del hombre, necesitan un enfrentamiento apresurado; la existencia de fincas como la de Casimiro, de la que Leidys forma parte imprescindible, es uno de los ejemplos más cercanos de que aún hay remedio para salvar a nuestro planeta.
“Una se purifica el alma no solo con el ambiente sano y puro sino también con esta forma de vivir la vida. Decir no al consumo, no a la contaminación es el modo más sano de proteger la naturaleza, de amarla, de equipararse a ella, de imitarla todo lo posible”.

1 comentario:

  1. Muy bonito lo que acabo de leee, y le aseguro que yo siempre he pensado asi mismo y por temor a la sociedad perdi algo que amo:la naturaleza, la tranquilidad y el amor que brinda el campo cubano.Creo que aún estoy a tiempo para hacer missueños realidad como bien lo hace la joven Leidys.Gracias

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